Mujeres que hacían un trabajo de bueyes

El Ayuntamiento de Bilbao, ha cambiado en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, el nombre del antiguo Muelle Alfonso Churruca por el de Muelle Sirgueras /  Zirgariak Kaia.

Un merecido homenaje a las  antiguas sirgueras, aquellas mujeres de finales del  siglo XIX que, hasta la generalización del uso de las naves  propulsadas por vapor, se encargaban de arrastrar Ría arriba, tirando  de gruesas cuerdas llamadas sirgas, las gabarras llenas de mercancías y minerales  que se descargaban en los muelles de Olabeaga y Zorrotza.

Una de las realidades más duras de la zona portuaria de Bilbao era el trabajo de las mujeres que trabajaban en la sirga. Los buques de cierto calado no podían pasar de Olabeaga, por lo que era preciso trasladar las mercancías en gabarras desde este punto hasta los muelles de los almacenes que estaban situados a lo largo de Bilbao. Y este trabajo lo realizaban cuadrillas de mujeres, en torno a cuatro en cada una, que arrastraban en hilera las gabarras mediante unas maromas que llevaban ceñidas al cuerpo con un tirante.

«La prensa bilbaina calificaba el trabajo de las sirgueras de repugnante por su rudeza y por sus condiciones antihigiénicas»

Además de su precaria situación, el trabajo de las sirgueras no estaba exento de peligros. El 14 de marzo de 1879 el Noticiero Bilbaino narraba con el título de Capítulo de brutalidades, un aparatoso accidente sufrido por una sirguera. La indignación del periodista era mayor por el hecho de que la mujer fue auxiliada por un herrero y un gabarrero. Sus patrones no se dignaron a preocuparse por ella. Este hecho sirvió de inspiración a una obra de teatro, Zirgariak, posteriormente convertida en película.

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Además de obras de teatro y películas, la vida de las sirgueras ha inspirado Atzo, atzo, atzo, un cómic de Susanna Martín publicado en Pikara Magazine. En él se muestran las precarias condiciones laborales de las sirgueras y las cargueras, mujeres que transportaban las mercancías de las gabarras al pueblo.

En 1905 la situación seguía siendo igual para las sirgueras y, en su especial por el 1º de Mayo, el rotativo La Lucha de Clases dedicó un artículo a estas mujeres. Para muestra el siguiente retrato que de ellas se hacía: pelo enmarañado y sucia la cara y las manos y hasta las pantorrillas, mal cubiertas por los jirones del pingo con pretensiones de falda que llevan pendiente de la cintura. Muchas carecen de domicilio. Comen donde y lo que pueden. Dormir… allá en un tugurio de los barrios altos. ¿Ropas? Se acuestan vestidas.