La Ría de Bilbao es la base y la razón de ser de la ciudad. La arteria marítimo-fluvial que permitía desde antiguo la entrada de la navegación hasta el primitivo casco antiguo, ha contemplado con el paso del tiempo el devenir histórico que ha transformado aquel pequeño y humilde puerto en la Conurbación más importante de todo el norte de la Península Ibérica. Han transcurrido siete siglos que han transformado de una manera radical el trabajo que la madre naturaleza había realizado.
Con el paso de los años, aquel cauce natural fue siendo domesticado. Se dragaron los fondos, se encauzaron las mareas, se canalizaron las orillas, y los catorce kilómetros que separan Bilbao del mar, fueron cubriéndose de muelles, dársenas, astilleros, almacenes, fábricas y casas. La zona portuaria se fue concentrando en los muelles de Atxuri, el Arenal y la desaparecida isla de Uribitarte. Los astilleros se situaron en Deusto y Olaveaga, y los Altos Hornos se levantaron entre Baracaldo y Sestao, en terrenos desecados del antiguo estuario. Así fueron desapareciendo playas, arenales, islas y finalmente el propio estuario.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la Ría de Bilbao sufre sus mayores modificaciones bajo la dirección del ingeniero Evaristo de Churruca. Poco a poco el puerto de Bilbao fue acercándose al mar, hasta quedar ubicado en el actual Superpuerto entre Santurtzi y Zierbena. El Puente Colgante, entre Portugalete y Las Arenas, con su estructura metálica de fin de siglo, enlaza las dos orillas del Abra en donde, por fin, la Ría se convierte en Mar.
En la década de los años 1980/89, a la profunda crisis de una industria que había perdido competitividad por obsolescencia y que dejó tras de sí un desolador panorama de contaminación, degradación y desempleo, se iba a añadir la entrada en la Unión Europea, con la reestructuración de todos o casi todos los sectores productivos. Y ello vino a suponer para Bilbao un nuevo planteamiento urbano y sobre todo económico.
Entre 1.989 y 1.992 se estructura el Plan de Revitalización del Area del Bilbao Metropolitano, con la idea de definir cómo habría de ser el Bilbao del III Milenio. El resultado fue la nueva perspectiva de “Bilbao, ciudad de servicios avanzados en una moderna región industrial, cualificada y competitiva”, que reflejaba la convicción de que la industria y los servicios son inseparables en un desarrollado entorno económico proyectado hacia el siglo XXI.
En la “década prodigiosa” de los noventa, la última del siglo XX, el nuevo Bilbao se pone en marcha. La reordenación del territorio, la desaparición de las ruinosas fábricas y la implantación de nuevas áreas empresariales, siguió el saneamiento profundo de las aguas de la propia Ría, con una consiguiente regeneración medioambiental que unida a la restauración arquitectónica de la Villa, ha convertido a Bilbao en una ciudad limpia, alegre y elegante, con mayor calidad de vida que antaño. Una ciudad que está creando su ” Water Front” del siglo XXI (Abandoibarra-Uribitarte), mientras se convierte en el gran Centro Internacional de los Negocios y de las Artes del Arco Atlántico europeo.
Con unas inversiones que se acercarán a casi tres billones de pesetas, el Plan de Revitalización, aunando los esfuerzos públicos con los privados, ha generado diversos proyectos emblemáticos que han transformado la nueva imágen internacional de esta Metrópoli vasca. Arquitectos e ingenieros de fama y renombre internacional: Frank O’ Ghery (Museo Guggenheim), Norman Foster (el Metro), Santiago Calatrava (Puente y Aeropuerto), Cesar Pelli (Ensanche de Abandoibarra), Federico Soriano (Palacio de Congresos y de la Música) o Stirling & Wilford (Estación Intermodal), etc, han quedado unidos ya para siempre al nuevo Bilbao del siglo XXI.